Llamamos prolapso al descenso de un órgano
interno (útero, vejiga...) que se descuelga a través de la vagina de la mujer. En los varones no existen, cursaría como hernia inguinal, escrotal o abdominal. Eso no quiere decir que algunas mujeres puedan tener también hernias inguinales o umbilicales por ejemplo.
La estabilidad del suelo pélvico en la mujer es un poco peor que la del varón. Tenemos más espacio abierto porque tenemos la vagina y damos a luz a nuestros hijos. Esta vulnerabilidad de la estructura hace posible que puedan descender a través de la vagina.
¿Qué causa un prolapso?
Las causas que provocan los prolapsos son diversas y están relacionadas con exceso y repetición de esfuerzos físicos, elevación de grandes cargas, mala gestión de las presiones del abdomen, tos crónica, estreñimiento crónico, obesidad, embarazos, partos complicados y vulnerabilidad congénita del tejido conectivo, en personas muy laxas por ejemplo. Este último factor hace que pueda ser un problema hereditario.
La edad, la fuerza de la gravedad y caminar erectas son realidades que no podemos cambiar chicas y repercuten en los prolapsos. Todo lo que hacemos en el día a día que pueda generar presión, inestabilidad y esfuerzo abdominal excesivo sí que está en nuestra mano y debemos evitarlo.
Tipos de prolapsos y particularidades de cada uno
Existen diversos tipos de prolapsos:
- Cistocele
al descenso de la vejiga urinaria que es el más frecuente
- Uretrocele o descenso de la uretra que a veces acompaña al cistocele
- Rectocele o flexibilidad de la pared posterior de la vagina, muy relacionado con las lesiones del parto
- Histerocele
al descenso de la matriz
- Enterocele
es el descenso de las asas intestinales
- Prolapso rectal
o descenso de la mucosa del recto, éste desciende por el ano.
Independientemente del tipo, hay prolapsos más importantes que otros, la mayoría son leves. Se definen 4 grados de gravedad: del 1 el más leve al 4 que es el más grave. El prolapso de grado 1 y 2, los leves-moderados, son los que mejor responden a la rehabilitación. Se solucionan o mejora su importancia y siempre se previene su progreso. Los prolapsos más severos requieren cirugía y fisioterapia pre y post operatoria para evitar que la cirugía fracase o se reproduzca el problema con los años.
Los prolapsos que mejor se solucionan son los de uretra y vejiga y el rectocele. Sus ligamentos y elementos de sostén están vinculados a la fascia endopélvica, al abdomen y al suelo pélvico. Fortaleciendo las paredes de la vagina mejoran. Pero el prolapso uterino, cuyos ligamentos son más profundos y se insertan en el sacro, son más difíciles de compensar por el suelo pélvico o el abdomen. Por eso es el prolapso uterino es más difícil de solucionar; aunque con cuidados y ejercicio se previene su agravamiento y se mejoran las molestias que pueda provocar.
Muchas veces un prolapso no aparece solo. Me explico: Cuando el suelo pélvico, que es como un embudo que sostiene los órganos en su interior, está abombado y débil, demasiado elástico, pueden perder la estabilidad una o más vísceras y aparecer otros síntomas relacionados con esa debilidad. En la exploración encontramos un suelo pélvico muy débil, abombado, laxo, la vagina ancha y el tono o turgencia de sus paredes es muy débil. Y a veces hay más de un órgano descendido, además de incontinencia urinaria, dificultades en la micción o en la evacuación, incluso molestias o insensibilidad en las relaciones sexuales.
¿Cómo saber si mi problema de suelo pélvico es un prolapso?
Muchas veces si la vejiga, la uretra o el recto tienden a perder su estabilidad sientes dificultades al orinar o defecar, posibles infecciones de orina, sensación de pesadez, de presencia o de bulto que se asoma en la vagina. El prolapso de útero provoca peso y molestias sexuales.
Si notas algo de esto, te recomendamos acudir a un fisioterapeuta especialista en suelo pélvico o a tu ginecólogo para que valore si existe o no prolapso. La valoración debe ser realizando un esfuerzo, pujando hacia fuera como haciendo caca o tosiendo fuerte para que en posición tumbada se evidencie el grado de prolapso que exista.
¿Cómo se trata un prolapso lleve o moderado?
El tratamiento es integrativo: evitar malos hábitos, entrenamiento de suelo pélvico y abdomen y modificar actividades diarias perniciosas y la diatermia para estimular el colágeno de los ligamentos.
El entrenamiento muscular del suelo pélvico con ejercicios de Kegel y otros métodos de activación abdominal y pélvica tónica bien guiados por tu fisioterapeuta pueden ayudarte a fortalecer y elevar la estabilidad visceral. El trabajo específico del abdomen con gimnasia abdominal hipopresiva basado en la aspiración diafragmática y la reeducación postural, descongestionan la pelvis y favorecen la estabilidad.
Pero lo más importante es cambiar malos hábitos e implicar a la paciente en evitar los factores que lo agravan o empeoran. Deberá mantenerlos completamente a raya para frenar la tendencia natural ( por el efecto implacable de la edad, la gravedad que tiene hacia abajo y nuestra postura erecta).
Deberás evitar: deportes de impacto, esfuerzos físicos, cargar pesos, ir estreñida, permanecer de plantón demasiado tiempo y deportes como correr, básquet, vóley, pesas, saltar a la comba o en la cama elástica están prohibidos. Deberías adelgazar, comer sano y hacer ejercicio físico saludable
como yoga suave, natación, aquagym, bailar (pero sin saltar), montar en bicicleta o caminar.
Para estimular el colágeno y ayudar a que estén más firmes tus ligamentos puedes incorporar suplementos en tu dieta, intentar que sea rica en vitaminas A, D, E y C y ácidos grasos omega 3 y 6. Algún suplemento y alimentos específicos ricos en estos oligoelementos.
Desde la fisioterapia utilizamos la diatermia que es una energía de alta frecuencia que estimula y potencia la vitalidad y salud de nuestro sistema muscular y ligamentoso. Mejora la tensión y turgencia de los tejidos, incluidos los ligamentos, nutre mejora su calidad. Además tiene la ventaja de actuar a profundidad y por eso es ideal para estimular la vagina y la pelvis de las mujeres con prolapsos.
Fortalece intensamente tu suelo pélvico y tu abdomen con ejercicios adecuados guiados por tu fisioterapeuta.
Es la clave para frenar el avance y prevenir la cirugía. Cuando es descenso ya es muy importante requiere reparación o reconstrucción de la estabilidad pélvica y los médicos recomiendan fisioterapia postquirúrgica para asegurar la estabilidad y que no fracase la operación a largo plazo.
Ahora es el mejor momento de empezar y tomártelo en serio. No esperes más, pues la tendencia es que estos problemas desgraciadamente es agravarse, empeoran con la edad.
Prevenir su aparición, recuperar la estabilidad pélvica, prevenir el empeoramiento y frenar su evolución son claves para mantener la salud y fortaleza pélvicas sea cual sea su edad.