Como mujeres, podemos replantearnos esos falsos mitos y tabús y crecer en autoconocimiento y autocuidado femenino. Para ayudarte en esa tarea, quiero plantearte algunos de estos hechos, así como algunas alternativas y soluciones.
Voy a enumerarte 10 cosas que son muy frecuentes, pero que, sin embargo, no son normales cuando hablamos de salud abdomino-pélvica. Tal vez te veas reflejada en muchas afirmaciones y costumbres que son malas para tu salud femenina, por eso deseo que reconozcas esos malos hábitos, ya que es el primer paso para poder tratarlos.
Es posible que no tengas molestias o problemas de suelo pélvico ahora, pero, si sigues así, desgraciadamente pronto los tendrás. Siento decirlo tan claro, pero a largo plazo, y sobre todo a partir de los 40, es cuando empezamos a pagar los "platos rotos" de lo que hicimos mal tiempo atrás.
Cuando somos más jóvenes, el cuerpo se adapta y lo tolera todo. Pero ahora es el momento de replantearse algunos pequeños cambios y poco a poco implementar las soluciones. Y no me vale el que ya es tarde, a estas alturas.
Nunca es tarde para cambiar, de hecho la vida es movimiento y cambio. Solamente plantéate un pequeño cambio, uno solo ahora. Muchas veces pequeños cambios mantenidos en el tiempo, con constancia, dan grandes y revolucionarios resultados.
¿Empezamos? NO es normal que:
1. Cuando hablas, cantas, ríes o toses, la barriga se abomba hacia fuera.
Ese golpe también repercute a tu suelo pélvico y si tu abdomen no responde activándose y metiéndote hacia dentro, requieren rehabilitación y cambiar tus ejercicios abdominales. En consulta, reeducaremos tu respiración y tus abdominales para que estén más fuertes y estables. Si además se te escapa la orina, no esperes más, necesitas fisio de suelo pélvico ya.
2. Cuando deseas aguantar o cortar el chorro del pipi, no tengas fuerza suficiente para hacerlo.
Atención que ese ejercicio, cortar el chorro del pipi es un test. No es adecuado repetirlo a menudo como un entrenamiento, pero sí puedes hacerlo de forma puntual para ver si tienes fuerza. Si no eres capaz, es muy probable que tengas debilidad y debas entrenar los músculos del suelo pélvico.
3. Que se te escape la orina.
En ninguna circunstancia, nunca debe escaparse. Se llama incontinencia urinaria cuando se escapa sin querer y sin control de tu voluntad. Casi siempre tiene solución con fisioterapia, con ejercicios. Para empezar, realiza una valoración de suelo pélvico y comienza un entrenamiento adecuado y supervisado. Si no mejoras, hay otras soluciones médicas pero no son la primera opción.
4. Que no controles los gases o manches la braguita de heces blandas.
Aunque te haya pasado muy pocas veces. Es muy posible que tu esfínter anal y musculatura posterior de suelo pélvico esté floja o con bajo tono. Peor me lo pones si encima a veces no notas los gases o las heces y te sorprende algún escape y pasas un mal momento. Debes ejercitar la parte más profunda del elevador del ano, la que está relacionada con el esfínter anal, y si no la sientes bien, podemos ayudarte a descubrirla.
5. ¡Corre, corre, que no llego! Que vayas al baño con muchas prisas.
¡Qué incómodo y agobiante es cuando crees que se te va a escapar! Tanto si las ganas de orinar como las ganas de defecar son muy imperiosas y urgentes, pueden quitarse las ganas de viajar, hacer deporte, salir a comer o cenar por ahí... Es un incordio estar siempre pendiente de dónde está el baño. A veces va asociado a escapes y eso sí es muy muy desagradable. Es un problema que llamamos urgencia y se trata con fisioterapia y/o medicación.
6. Que te hagas daño al defecar, sangres o te duela el ano con frecuencia.
Una paciente hace tiempo me agradecía el haberle enseñado a defecar sin miedo y sin dolor. Creía que era algo inevitable hacerse daño cada vez que iba al wc, pero nada de eso!! Defecar debe ser como orinar, relajado, sin esfuerzos y sin dolor. El estreñimiento es un enemigo silencioso y malvado que puede traer muy malas consecuencias en el suelo pélvico. Puedes tener hemorroides, fisuras o ambas. Toma medidas desde tu alimentación, bebe agua y haz ejercicio antes de que empeore, mejor prevenir que curar. Los suplementos y laxantes pueden ayudar, pero tampoco son la solución, son parches. Nosotras te enseñaremos la buena biomecánica defecatoria para que hagas el mínimo esfuerzo con la máxima eficacia, sin lastimarte.
7. Que siempre te pique, escueza o arda la piel de la vulva o del ano.
Puede ser por sequedad, hongos, irritación, lombrices, exceso de jabón, ropa interior ajustada y sintética, alergias, uso continuo de salvaslips,… ¡muchísimas cosas! Es muy variable y complejo. Pero ojo, muchas veces es por algo tan sencillo como que nunca te pones crema hidratante en esta zona. Cuidamos la piel de la cara, las manos y del resto del cuerpo, pero la vulva siempre se nos olvida. Descarta las primeras opciones e hidrata tu piel por favor, con cremas y aceites específicos para la zona íntima.
8. Que no te hayas mirado ni tocado nunca tus genitales.
Si no te conoces, nunca es tarde para coger un espejo y descubrir tu vulva, labios y vagina. Creo que es algo que nos deberían enseñar nuestras madres, pero hay mucho pudor y todavía es un tabú. Observa su forma, color y movimiento cuando intentas retener la orina, imaginando que se escapa, cuando toses, cuando pujas o cuando te relajas.
9. Que te de miedo, impresión o asco tu zona íntima.
Si crees que es una zona prohibida, fea, rígida, frágil, que se puede infectar,… o eres muy aprensiva al respecto, decirte que es una zona muy sensible, femenina y tuya, como el resto de tu cuerpo. Que está llena de bacterias saludables, como otras zonas de la piel y no pasa nada. Las infecciones son oportunistas y dependen más de la debilidad del sistema inmune que de los gérmenes de la zona. Puedes mirarla, acariciarla y tocarla y si lo deseas también con tu pareja en tus juegos sexuales sin problema y con cariño. Conocerte a ti misma un poco más será muy recomendable para estar más segura compartiendo con otra persona.
10. Que no puedas meter un dedo o un tampón en tu vagina.
Mucho menos un pene. Investiga y relájate al intentarlo. La vagina no es un túnel por el que se mete un tren, es más bien como un calcetín sin pie, inclinado hacia atrás y si estás relajada y lo haces con cariño lo conseguirás. Aunque os suele parecer raro, tu dedo pulgar es el que mejor entra tocando con la yema la parte posterior de la vagina, prueba y si no puedes, vente a consulta y te ayudaremos.
Espero que te haya servido y que empieces a descubrir algún hábito saludable para tu vida tras leer este post.
Beatriz Gisbert - Fisioterapeutas
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