El diafragma torácico o diafragma de la respiración es un músculo delgado y plano que separa el tórax del abdomen. Su centro es fibroso mientras que su periferia es muscular, es móvil y elástico por los lados. Está insertado, es decir, sujeto, en la parte inferior de las costillas y abarca todo el interior y centro de nuestro cuerpo, desde la columna vertebral en las vértebras dorsales y primeras lumbares hasta las costillas y el esternón por delante.
Tiene forma de bóveda dinámica.
Se mueve cuando respiramos. En espiración, al tirar aire, debería está arriba, en reposo y cuando tomamos aire se contrae, desciende hacia abajo, presionando los órganos internos suavemente. Este suave movimiento ejerce unos cambios de presión dentro del tórax y el abdomen, que son necesarios para la correcta y profunda respiración y para el buen funcionamiento de nuestros órganos internos en el abdomen. Si estamos estresados, siempre respiramos con el pecho o metemos barriga constantemente, y no se mueve correctamente y es malo para nuestra salud. Pues es necesaria la respiración profunda, no presionar todo el tiempo hacia abajo apretando la barriga, y es saludable esa discreta presión que masajea los órganos internos y favorece la vitalidad interna.
Está formado en su mayor parte por fibras musculares tónicas o posturales. Y es un elemento estructural muy importante estabilizador de la parte anterior de nuestro cuerpo. Su retracción o rigidez provoca cambios y alteraciones en la postura, en la columna vertebral, en las funciones digestivas, a nivel circulatorio y de retorno venoso y linfático.
Además, está muy ligado a nuestro estado emocional: la respiración cambia y es muy diferente cuando reímos o cuando lloramos, y es algo que relaciona inconscientemente nuestro mundo emocional con nuestro cuerpo. El estrés, la ansiedad, la depresión o la tristeza mantenidas, nos hace respirar y bloquear sin darnos cuenta este gran músculo se va rigidizando alterando nuestra postura y vitalidad pues repercute a distancia en toda la columna vertebral, oxigenación y vitalidad en general.
DOS DIAFRAGMAS MUY CONECTADOS: TORÁCICO Y SUELO PÉLVICO
El suelo pélvico está muy relacionado con el diafragma de la respiración puesto que es otra bóveda similar que sostiene el centro del cuerpo, lo que llamamos CORE por su parte más inferior, en la pelvis. El suelo pélvico se adapta al movimiento y presiones que ejerce el diafragma de la respiración. Es capaz de activarse y responder activa e inconscientemente para gestionar las presiones que llegan de arriba.
Cuando el diafragma presenta tensión (hipertonía) puede provocar:
• Hiperpresión y congestión pélvica, afectando a la circulación venosa y linfática de órganos internos de la pelvis.
• Impide un buen riego sanguíneo y drenaje linfático abdominal.
• Dificulta la movilidad de los órganos internos y la digestión.
• Favorece un abdomen hinchado.
Este exceso de tensión de ambos diafragmas suele estar relacionado, pudiendo favorecer:
• Disfunción postural, dolor lumbar o dorso-lumbar
• Prolapso de órganos pélvicos
• Hernia de hiato y reflujo gastroesofágico
• Insuficiencia venosa y piernas cansadas
• Molestias en el suelo pélvico relativas a estreñimiento, dolor en las relaciones sexuales, infecciones de orina …
Por eso es muy importante valorar y trabajar el diafragma para que el suelo pélvico reciba menos presión.
La fisioterapia de suelo pélvico incluye siempre la respiración y la correcta función del diafragma de la respiración. Si el diafragma está libre de tensión y se mueva de forma funcional durante la respiración, evitará que el suelo pélvico esté tenso y reactivo, que no tenga que soportar excesiva presión y que no tenga que trabajar más.
Por eso a través de diferentes técnicas como: radiofrecuencia, liberación miofascial, reeducación postural o técnicas respiratorias específicas colaboramos en el equilibrio de presiones y mejoraremos indirectamente la salud de nuestro suelo pélvico.